Los trastornos del espectro autista (TEA) se pueden diagnosticar a una edad cada vez más temprana. Hay una serie de protocolos de diagnóstico o pasos a seguir si se sospecha que tiene autismo y estos pasos siempre deben ser realizados por profesionales calificados y debidamente capacitados. El primer eslabón de la cadena es el seguimiento del desarrollo infantil, que se realiza de forma rutinaria en los exámenes del pediatra.

Si se detecta una señal de advertencia, se debe realizar una prueba de detección de TEA, que se utiliza para diferenciar entre niños con desarrollo neurológico normal y niños con riesgo de TEA. El método más utilizado a nivel internacional para la detección de autismo en niños de entre 16 y 30 meses es la prueba MCHAT.

La prueba MCHAT consiste en un formulario con 23 preguntas sobre el comportamiento del niño que los padres deben responder. En el caso de dos o más preguntas para las que el niño no cumpla con la respuesta del protocolo, y dependiendo de si estos puntos son determinantes o no, sería necesaria la referencia a un examen especializado para confirmar o descartar el TEA.

Si toma el examen y 2 o más respuestas fallan, se recomienda que se comunique con un profesional calificado. Es importante señalar que el resultado negativo en el MCHAT en ningún caso indica automáticamente que el niño tiene autismo, por lo que es importante contactar a un psicólogo de niños y adolescentes para hacer que el diagnóstico se confirme o excluya a través de una evaluación más integral.